Filed under: horticultura | Etiquetas: Amaltea, bestia, Bestiario, Cornucopia, Costa da Morte, cuernos, Druidas, el nombre de la bestia, fuego, gargolas, lluvia, Nemancos, Pán, Physiologus, Pindo, viernes 13, Zantesdeschia aethipica, Zeus
De nuevo las lagrimas del que cultiva las nubes caen sobre el rostro tímido y empañado de mi ventana, la lluvia me persigue , los claros son amartilleados por las olas labrando el paisaje agreste y pedregoso, las bahías se tornan refugios. La lluvia es mi compañera, una oscura compañera, en una noche que la luna se ausenta para visitar los sueños de sus amantes. Cuando era niño a estas horas contemplaba embelesado las chispas del fuego, mientras los potes recibían el calor que habían de transmitir a los destemplados buches de bestias y humanos, los niños de la tribu recibíamos nuestra educación oral transmitida por versos de primorosos druidas que alimentaban las mas bellas fantasías imaginadas por mente humana. Eran historias todas basadas en hechos reales perdidos en la bruma de los tiempos, que la tradición oral de mi tribu enriqueció y adapto acorde a nuestras necesidades didácticas. Aquellas historias que nuestros ancestros regalaban cantadamente a nuestros oídos eran moralizantes y ejemplarizantes para prepararnos frente a ese mundo, en el que la lluvia caía eterna e inmisericorde al otro lado del cristal, un cristal critico en el que en las noches se escuchaban los aullidos de las bestias mezclados con los de las animas condenadas a no hallar el descanso eterno. Eran noches en las que en mis sueños se aparecían las imágenes que identifique años después, al descubrir a la madre de las bestias en un anaquel de una librería de viejo, en una vetusta ciudad arzobispal galaica donde el camino casi rinde a su fin, con un abrazo y un cabezazo. Es una ciudad de piedra , donde la lluvia es arte y las bestias descritas en ese tratado, alcanzan el cielo sobre nuestras cabezas, escupiendo sobre nosotros en forma de musgosas gárgolas labradas fabulosamente durante siglos por maestros canteros que nos dejaron mil historias escritas en el mas voraz y recio granito, historias que están por leer para los miles de peregrinos que acuden a descubrir la magia de la lluvia, en la ciudad del campo de las estrellas , a dos jornadas a pie del fin del mundo.
El libro descubierto en aquel desvencijado y horadado anaquel de aquella vetusta librería , reposa hoy en mi biblioteca , es un libro que es la madre de todas las bestias. Unas bestias recopiladas originalmente por un autor griego cuyo nombre permanece desconocido para nuestros ojos, tragicamente perdido , así como la biblioteca en la que fue escrito y la antorcha que lo ilumino en su génesis se extinguió. Mi libro hoy desconocido , en la edad en la que la escritura formaba parte del secreto monacato, mi libro fue un autentico best-seller, únicamente superado por la Biblia en los rancios atriles que los albergaron durante aquellos fangosos años de la bitácora humana. Mi “Physiologus” , ese es el libro, es una copia mas del original, una copia de otra copia que atesora los errores de los copistas, muchos de los cuales eran meros dibujantes analfabetos a la par que orfebres del alfabeto, en sus miniadas laminas. El “Physiologus” fue en sus buenos años fuente de musas, que nunca el Parnaso conocieron. Musas que iluminaron creaciones de artistas como Hyeronymus Bosch, relatos como el “Libro de las maravillas” de ese fabuloso viajero veneciano que fue Marco Polo, hasta un sin fin de anónimos canteros que voluminaron la piedra con los contenidos del “Physiologus” en millares de pétreos muros. El “Physiologus” es un tratado sobre la naturaleza, la naturaleza de las bestias, es un libro iluminado con ilustraciones y rancios comentarios ejemplarizantes sobre cada bestia así como su descripción y retrato, así como una serie de consejos sobre su caza y captura. El “Physiologus” sera el promotor de los libros de bestias, iniciando el genero de los ricos bestiarios medievales. Este curioso e intrépido libro de zoología medieval, esta sobresaturado de seres mitológicos , provenientes de muy dispares culturas que abarcan el mundo conocido en aquellos tiempos . Suma el “Physiologus” una inmensidad de mitologías bizantinas,griegas,latinas,africanas,egipcias,hindúes,arameas, parsís y un largo etcétera de mitologías llenas de bestias en muchos casos cornudas.
Como cornudo era Pán el chivo burlón, hermano de leche del divino hacedor de tormentas que gobernó en el olímpico monte en la imaginación de los antiguos griegos. Zeus aquel divino hacedor de truenos que fue amamantado maternalmente por la tierna cabra Amaltea. Un día Amaltea como buena cabra loca fracturo uno de sus cuernos, y así con el cuerno roto entre sus pezuñas presentase ante el olímpico gobernante, quien la eleva a los cuerpos celestes convirtiéndola en la láctea constelación de Capricornio que podéis ver en los cielos estrellados ausentes de Selene .Con el cuerno de la dulcinea Amaltea , el que forja los truenos que a estas horas hacen vibrar plañidero el cristal empañado de mi ventana, con ese maternal cuerno Zeus, el atronador fabrico la cornucopia.
La cornucopia es el mágico cuerno de la abundancia del cual provienen todos los bienes y que según algunos relatos perteneció a diversos miembros del olímpico panteón. Si bien los griegos tenían su residencia divina, los galaicos no podían ser menos y ubican estos celtas la residencia de sus dioses en el monte Pindo , un megalítico monte desde el que se domina una costa llamada por los intrépidos que osan surcarla: “Costa da Morte”. Custodian este olimpo particular los feroces guerreros Nemancos, tan bravos como las olas que esculpen mitológicas , en sus mágicas piedras tantas veces nombradas por la memoria de los ancianos druidas.
Hoy la invitada es conocida por algunos forasteros en la materia botánica como cuerno de la abundancia. A decir verdad esta vulgarmente conocida cornucopia , a la cual otros por su belleza llaman calas, crece y florece como una feroz bestia en los terrenos húmedos. Pertenece a la familia de las Araceae , fácilmente reproducible por división de sus bulbos rizomatosos, originaria del sur de África, su elevada toxicidad hace que sea ignorada por la mayoría de los depredadores excepto por los caracoles y babosas que la consideran un manjar. Su nombre veraz es Zantesdeschia aethipica
Me place dedicar este post tan bestial a mi querida Marieta, primera bailarina de mi bóvido ballet, la cual en su alimentación prefiere los alimentos en conserva, lease piensos y hierba ensilada. Aunque también gusta de leer en el periódico las cartas al director y rumiar alguna noticia. Para ti Marieta con cariño, inolvidable cabra loca. Este post fue escrito en el día de la bestia, un viernes 13 con humor y cariño. Besos Marieta.